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El confinamiento llegó a nuestras vidas de sorpresa por lo que al principio pudimos vivirlo como un horror, e incluso sentir altos niveles de ansiedad por estar encerrados en casa. Sin embargo, gracias al instintito de supervivencia y de nuestra capacidad de adaptación, nuestros hogares se convirtieron en esa “cabaña” que nos proporciona seguridad y tranquilidad. En consecuencia, el hecho de pensar en salir a la calle y retomar nuestra rutina es lo que ahora nos genera ansiedad e irritabilidad por el peligro que supone.
¿Qué es el síndrome de la cabaña?
El síndrome de la cabaña consiste en un miedo a la exposición de forma real o imaginaria a salir a la calle después de un largo periodo en el que no se ha tenido ningún contacto con el exterior. Por lo que se producen conductas de evitación o falta de motivación para realizar cualquier actividad que conlleve salir al exterior.
El temor y la angustia es normal en estas circunstancias, ya que el riesgo de contagio es real. Además, la emoción del miedo está cumpliendo su función: avisarnos de un posible peligro. Lo importante es saber manejar nuestras emociones sin que nos paralicen y sin que se vuelvan desadaptativas.
También, cabe destacar que no se trata de un trastorno psicológico. Son una serie de síntomas y reacciones emocionales, cognitivas y motoras que están ligadas a una determinada experiencia.
¿Qué síntomas tiene?
En el síndrome de la cabaña se manifiestan síntomas relacionados con la ansiedad y la depresión, pero no llegan a constituir ese cuadro clínico. Entre ellos destacan:
Miedo
Angustia
Nerviosismo
Apatía
Problemas de concentración
Dificultad para conciliar el sueño
Pérdida o aumento del apetito
Evitar los contactos sociales o actividades realizadas en el exterior
¿Cómo superar el síndrome de la cabaña?
Normalizar estas emociones. Sentir miedo es lógico ante la situación extraordinaria que estamos viviendo.
Realizar exposiciones de manera gradual: empezar por paseos cortos en horas no muy concurridas e ir aumentando poco a poco la duración.
En estas primeras salidas, hacer actividades que resulten agradables a la persona y le proporcione placer, así es más fácil que se repita.
Realizar aquello que está en nuestra mano, es decir, tomar las precauciones necesarias y medidas de seguridad propuestas por sanidad. No podemos controlar todo, ya que muchas cosas no dependen de nosotros. Pero sí que podemos sentirnos más seguros con las medidas de prevención.
Intentar no evitar a toda costa el salir de casa con frases como “no es necesario salir”. No buscar excusas.
Tratar de hablar con alguien cercano sobre cómo te estas sintiendo.
Ir retomando la rutina de vida anterior de manera gradual.
En caso de que los síntomas continúen en el tiempo y se vea afectado el funcionamiento habitual, es importante contactar con un profesional.
Por Macarena Del Cojo (España)
Por Macarena Del Cojo /